Es increíble la
cantidad de inmigrantes centro americanos que cruzan nuestro país para llegar a
Estados Unidos. Tener una vida mejor, es el llamado “sueño americano”.
Siempre se habla sobre
la frontera Norte de nuestro país y la difícil situación que se tiene que pasar
para poder cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, pero ¿qué pasa en
la frontera Sur?
De igual manera existen
muchos obstáculos en la frontera de México y Guatemala, dónde los migrantes,
especialmente las mujeres y niños, son blancos fáciles de la delincuencia.
Son personas que salen
de su país, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice, entre otros, buscando
mejores oportunidades de vida y que en su mayoría no cuentan con estudios, provienen de una vida de desintegración
familiar, maltrato o agresión sexual.
La
mayor parte de los inmigrantes son hombres, sin embargo hoy en día las mujeres
y niños han encabezado la lista principal de inmigrantes en esta zona. Según el
gobierno guatemalteco, se calcula que ocho de cada diez migrantes mujeres de
Centroamérica sufren algún tipo de abuso sexual en México. Viajan sabiendo eso, que abusarán de ellas
una, dos, tres veces... Desde ahí se entiende el fenómeno de la trata de
personas. Saben que son víctimas, pero no se asumen como tal. Su lógica es: “sí,
sé que esto me pasa, pero ya sabía que me pasaría”.
Mujeres
y niños son víctimas de explotación sexual
Rodolfo
Casillas comenta en su libro “La trata de mujeres, adolescentes, niños y niñas
en México, un estudio exploratorio en Tapachula” que desde muy temprana edad
empiezan a ser preparadas, con el paso del tiempo las explotan y la mayoría empieza como meseras comunes. Luego
se hacen bailarinas exóticas y terminan prostituyéndose, generalmente llegan
hasta ahí con engaños. Lamentablemente el rango de edad en el que se ubican
estas mujeres es de 10 a 35 años.
Prácticamente
las tienen presas, pues las amenazan con llevarlas a migración y que las metan
a la cárcel, pues no cuentan con los papeles legales para estar en nuestro
país.
De 250 migrantes violadas que la OIM
(Organización Internacional para las Migraciones) detectó en un proyecto de
atención a víctimas, sólo 50 se dejaron ayudar, ser asistidas médica y
psicológicamente. El resto dijo que era inútil, que les volvería a pasar.
En Chiapas hay una casa
de atención a mujeres víctimas de violación y trata en su trayecto hacia
Estados Unidos. Sus encargados hablaron del tema, pero pidieron no ser
identificados como institución ya que se sabe, hay muchas mafias metidas en
esto, inclusive grupos del crimen organizado. Dijeron que, de todos los casos
atendidos, había una razón principal por las que las mujeres decidían quedarse,
no escapar. La razón: que siempre ganan
más de lo que ganaban en Centroamérica. Luego de un mes de estar en contra de
su voluntad, empiezan a resignarse, y a verle el lado amable, a ver que tienen
dinero para mandar a sus casas, y se dejan atrapar por esta vida de noche, vicios,
adicciones y abusos. Su forma de ser y pensar cambia radicalmente, pues de ser
personas tímidas, inseguras y en ocasiones sumisas, su personalidad se vuelve
dura y rígida.
La forma de operar de
los explotadores es la siguiente: sacan a una niña indígena de su tierra o en
el transcurso de su paso por esta frontera hacia Estados Unidos, le dicen que
va a ser mesera y que ganará mucho dinero sin embargo no es cierto y
simplemente la venden como prostituta. Le quitan sus documentos y le aseguran
que si escapa, que si no obedece, contactarán a su familia y le mostrarán fotos
de ella en las piernas de un hombre en algún bar.
.
El
crimen organizado está involucrado en estas prácticas.
En Tapachula está una
de las oficinas de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra
las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA). Sólo hay tres en todo México. A
pesar de que en un informe publicado el 2 de febrero del año 2010, la Oficina
de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito aseguró que en México la
negligencia de las autoridades y el escaso reconocimiento del crimen hacen que la
trata sea un delito en aumento. Sólo tres oficinas en un país de 32 entidades federativas, a pesar de que el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI) registra que alrededor de 20 mil niños y niñas
son esclavizados para explotación sexual en este país. Aunque por convenios
internacionales en México la trata debería haberse considerado como delito
desde el año 2003, no fue sino hasta septiembre de 2007 cuando entró en vigor
una ley que así lo contempla y exige a las autoridades prevenirla. Sin embargo,
a esa ley aún no la acompaña el reglamento que establezca cómo deberán operar
los perseguidores de ese crimen ni tampoco se ha creado alguna comisión que
debería dictar estas normas y crear un sistema de información.
Lamentablemente estas
cifras siguen subiendo y hasta que las autoridades no hagan un trabajo
responsable, confiable y seguro, mañana, con otros nombres, con otros hombres,
la escena volverá a ser la misma en decenas de antros y bares de la frontera, como
lo hacen todas las noches, como lo hacen desde niñas….
Jorge
Eduardo Montiel Ríos.
Desde
el escritorio de mi recamara.
12
de Marzo del 2013